por Madeleine Ortiz
Son las 8:00 p.m. de un martes. Ana ha tenido un día productivo: hizo ejercicio, siguió su plan de comidas y disfrutó de una cena saludable. Está lista para relajarse viendo televisión… y de pronto aparece una idea: necesita un postre. Y lo necesita ahora.
No siempre es algo dulce. A veces son papas fritas, palomitas, o una porción extra de la cena que ya había guardado para el día siguiente. En los peores días, es todo lo anterior.
Y aunque sabe que no hay tentaciones en su despensa, igual va, abre la puerta, y busca. Ana describe la sensación como si su cuerpo actuara por inercia, casi sin control. A la mañana siguiente, se siente frustrada y se pregunta, como muchas veces antes: ¿cómo puedo detener este ciclo de comer por la noche?
¿Por qué comemos por la noche?
La Dra. Dayna Lee-Baggley, psicóloga y autora de Healthy Habits Suck, explica que en la noche el cerebro entra en “piloto automático”. Nuestro lóbulo frontal, encargado de tomar decisiones, está agotado tras un día de esfuerzo. Por eso, caemos en hábitos que nos brindan confort, como ver televisión… y comer.
Además, el Dr. Paul B. Davidson, psicólogo clínico, agrega que la noche es un momento de calma y soledad. Es entonces cuando afloran emociones que evitamos durante el día, y muchos, como Ana, buscan consuelo en la comida.
Pero hay formas efectivas de romper este patrón.
Prepara tu despensa
Evita tener bocadillos ultraprocesados en casa. Haz las compras por la mañana, cuando tu capacidad de decisión está fresca. Así te aseguras de no llevar a casa alimentos tentadores.
Ten opciones saludables a la mano: verduras ya cortadas, agua con gas, tés de hierbas, o incluso una bolsa entera de apio. Según el Dr. Davidson, estos antojos no dañarán tus objetivos.
Crea nuevas señales
El cerebro forma hábitos basados en señales. Si siempre enciendes la televisión después de ponerte ropa cómoda, tu mente asociará esa acción con relajarse… y posiblemente comer.
Haz cambios intencionales: guarda el control remoto, coloca notas visuales en la cocina o el televisor, deja libros en la sala, pega una hoja para colorear en la nevera y usa lápices de colores cuando sientas la tentación. Cambia las señales y cambiarás el hábito.
Apaga el televisor
La televisión puede ser relajante, pero también refuerza el piloto automático y está llena de anuncios de comida. Busca alternativas que también reduzcan el estrés: llama a un amigo, lee un libro, escribe en un diario, da un paseo. Y si nada funciona, vete a dormir. Dormir es bueno para la salud y ayuda a controlar el apetito.
Cree en ti mismo
Después de una noche de bocadillos, Ana suele pensar que “nunca va a cambiar”. Evita ese tipo de pensamientos. El Dr. Davidson sugiere usar refuerzo positivo: pon una carita feliz o una pegatina en un calendario cada vez que superes la noche sin comer de más. Pequeños logros refuerzan la confianza y construyen motivación duradera.
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