Son las 8 p. m. de un martes. Susan ha tenido un día productivo que incluyó una excelente clase de ejercicio. Siguió su plan de alimentación durante todo el día y hasta lavó los platos luego de cocinar y disfrutar una cena nutritiva. Está emocionada por sentarse a ver un poco de televisión… y entonces le sucede.
Necesita un postre. Y lo necesita ya.
No siempre es postre, dice. A veces son papas fritas o palomitas. Algunos días es otra porción completa de la cena que ya había guardado cuidadosamente para el almuerzo del día siguiente. En sus peores noches, lamenta, es cualquier combinación de las tres.
Y realmente siente que lo necesita, cuenta Susan. Su cerebro es como un disco rayado, repitiendo una y otra vez: “necesito un snack por la noche”. Aunque sabe que no compró nada tentador en el supermercado, se encuentra abriendo y cerrando la alacena, esperando que aparezca el snack perfecto. “Mi cuerpo se siente poseído”, intenta explicar, “solo actúa en automático, ansioso por satisfacer esa necesidad casi primitiva de comer algo”.
La Susan racional, la que sigue el plan de comidas durante el día, se siente frustrada a la mañana siguiente. Y vuelve a hacerse la misma pregunta que se ha hecho ya decenas de veces: “¿Cómo puedo salir de este ciclo de snacks nocturnos?”
El caso de Susan es muy común. La psicóloga de la salud y autora del libro Healthy Habits Suck, la Dra. Dayna Lee-Baggley, explica que las personas tienen más dificultades para mantener hábitos saludables por la noche porque se produce un efecto dominó en el cerebro. El lóbulo frontal —la parte que nos ayuda a tomar decisiones— está agotado luego de un día lleno de elecciones. Para cuando cae la noche, esa parte del cerebro quiere descansar tanto como el cuerpo… y entonces se activa el “modo automático”.
Por eso Susan suele terminar en la cocina, incluso si sabe que no hay nada para comer. Nuestro cerebro, según la Dra. Lee-Baggley, simplemente repite lo que siempre ha hecho. Y para muchos, eso es mirar televisión… y comer un snack.
Y como si eso no fuera suficiente, el psicólogo clínico Dr. Paul B. Davidson advierte que la fatiga mental no es el único enemigo. Por la noche, todo está más tranquilo. Muchas personas finalmente están solas. Es en esos momentos cuando afloran emociones desagradables que durante el día logramos mantener a raya.
El Dr. Davidson sugiere que Susan —y muchas personas más— en realidad buscan un snack como una forma de consuelo emocional.
A pesar de estos desafíos, los expertos dicen que sí hay formas de reducir el consumo de snacks por la noche.
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