Cuando mi esposo y yo decidimos ser propietarios, esperábamos que hubiera algo de estrés. De vez en cuando imaginábamos tener que llamar al exterminador o reparar una fuga en el techo. Imagina nuestra sorpresa, cuando dentro de dos meses de vivir en nuestro nuevo hogar, descubrimos un gran problema de moho, problemas estructurales con los cimientos, tuberías mal instaladas y agujeros en el techo. Apenas podía dormir, mi mente constantemente se aceleraba con ideas de programar citas, técnicos y grandes facturas. Una tarde lluviosa, cuando finalmente me senté lo suficiente como para mirar un poco de televisión, hubo lo que se sintió como un pequeño terremoto y después oscuridad total. Un pino de 60 pies se había caído en nuestro patio delantero, derribando las líneas eléctricas y arrancando una parte del costado de nuestra casa con él. Miré por la ventana en estado de shock, la ansiedad me inundó.
Era demasiado tarde como para hacer llamadas telefónicas a alguien que no fuera la compañía eléctrica, pero no sentí que pudiera simplemente meterme en la cama. Me senté en la mesa de mi cocina, a la luz de una linterna, y empecé a hacer una lista de cosas por las que estaba agradecida en ese mismo momento. Al principio fue difícil. ¿Por qué estar agradecida por esta nueva casa que aparentemente se estaba cayendo? Pero, pronto, mi lista estaba llenando la hoja. Mi esposo, el seguro del propietario, los vecinos que vinieron a vernos, el clima templado para que no necesitáramos la calefacción eléctrica para mantenernos calientes, mi salud, un teléfono celular completamente cargado… Cuanto más grande era la lista, más pequeña se volvía mi ansiedad. El simple acto de sentarme por diez minutos, estar presente y reconocer todas las cosas por las que todavía debía estar agradecida lo había cambiado todo.
Y de acuerdo con el Dr. Michael Lyon, MD, el cambio que sentimos por estar arraigados y agradecidos no es una casualidad, es ciencia. Nos dice que cuando miramos la investigación sobre personas felices, hay una cosa que está constantemente presente: la gratitud. “La cantidad de gratitud, la cantidad de tiempo que pasas siendo agradecido”, dice el Dr. Lyon. “Eso es algo que es realmente importante. Es parte de estar aquí y ahora. Cuando te enfocas en la vida que tienes en este momento, te vuelves agradecido por las cosas que a menudo son cosas que das por merecidas”.
Cuando empiezas a reconocer cuán extraordinario es realmente lo cotidiano, el cerebro empieza a vagar por cosas preocupantes con menos frecuencia. Cuando el cerebro está menos estresado, es más fácil ser más feliz y evitar cosas como la comida chatarra y la alimentación emocional (entre otros malos hábitos). Toma la decisión consciente de sentirte agradecido, y también decide estar menos ansioso y más saludable.
Si necesitas ayuda para empezar tu viaje de agradecimiento, prueba algunos de los siguientes consejos.
1) Empieza un diario de gratitud
Cada mañana cuando te levantes o cada noche antes de acostarte reflexiona sobre el día. Haz una lista de tres cosas específicas que te hicieron sentir afortunada. Cuanto más detallado sea, será mejor. Trata de ver cuántos días seguidos puedes pasar sin repetir un elemento. En vez de escribir en un diario, puedes probar una de las muchas aplicaciones de gratitud.
2) Prueba una meditación de agradecimiento
Parte de lo que hace la gratitud es motivarnos, entonces, ¿por qué no ampliar la experiencia al hacer una meditación de agradecimiento? Encuentra un espacio tranquilo y un asiento cómodo. Cierra los ojos, respira y piensa “Yo estoy”. Exhala de forma tranquila y lenta y piensa, “agradecido”. Repítelo el tiempo que lo desees.
3) Empieza un mensaje de texto grupal de agradecimiento
Los amigos son grandes oyentes, pero ten cuidado con el tiempo que pases desahogándote. Es fácil tener el hábito de quejarse, en especial cuando otras personas a tu alrededor hacen lo mismo. En vez de ello, empieza una cadena de gratitud. A través de un mensaje de texto o incluso en las redes sociales, crea un hilo en el cual las publicaciones o mensajes solo puedan ser positivas. Fíjate qué tan rápido empieza a cambiar tu actitud y la de tus amistades.
4) Dilo en voz alta
Ya sea que conduzcas tu automóvil, que salgas a caminar o que prepares la cena en tu cocina, y notes algo que te haga sentir privilegiada o agradecida, dilo en voz alta. Empieza con “Estoy muy agradecida por” y luego completa el espacio en blanco. “Estoy muy agradecida por este día soleado”. “Estoy muy agradecida de que mis piernas se sientan fuertes hoy”. “Estoy muy agradecida por estas excelentes herramientas de cocina”. Decirlo en voz alta, incluso cuando estás sola, puede hacer que el sentimiento sea más concreto y significativo.
No te desanimes si estas estrategias tardan un tiempo en convertirse en una segunda naturaleza. Con la práctica, pronto estarás en camino de sentirte más arraigada, agradecida y en control.